martes, 28 de diciembre de 2010

Karma y Vacuidad - Por Ven. Lama Thubten Yeshe


Todos estáis interesados en el dharma y en la meditación. Pero, ¿qué es el dharma, y como meditamos?. Básicamente, dharma es cualquier cosa que causa el que disminuyan nuestras ilusiones, nuestros pensamientos perturbadores; es cualquier cosa que nos trae paz de mente y liberación de la confusión y el sufrimiento.


Lama Yeshe

El Budadharma enseña métodos para purificar la mente de negatividades y así desarrollar nuestro potencial humano al máximo. Algunos de estos métodos, como el no dañar a otros, generar compasión y practicar la generosidad, son compartidos por otras tradiciones religiosas y filosóficas. Otros métodos son únicamente budistas. Dos de estos, karma y vacuidad, son el corazón del dharma. El karma es la ley de causa y efecto, y la vacuidad es la naturaleza última de la realidad, vacía de todas las concepciones erróneas.

Empecemos con el karma. Toda acción ejecutada por el cuerpo, palabra o mente a la larga produce una reacción específica. Por ejemplo, una mala actitud culminará definitivamente en problemas y sufrimiento, mientras que una mente buena, limpia y clara siempre trae felicidad. Todos hemos notado que cuando nuestra mente esta llena de confusión todo lo que decimos sale de una manera confusa. A pesar de que este vinculo parece obvio cuando es analizado, no siempre es aparente. Cuando nos encontramos a nosotros mismos diciendo algo sin sentido o desagradable, tendemos a decir ‘Oh, no se porque he dicho esto; solo que salió así’. Asumir que no existe ninguna razón particular para nuestras acciones descontroladas es un error. Ni una sola palabra ha sido pronunciada jamás que no haya sido motivada por una actitud positiva o negativa.


El comprender la conexión kármica entre causas y efectos nos dará la energía para transformarnos a nosotros mismos. No obstante, es esencial aproximarse a nuestra práctica con paciencia y sabiduría. Cambiar nuestro comportamiento habitual no es fácil. No es como hacer café instantáneo; ello toma tiempo. El cambio ocurre gradualmente porque las diferentes actitudes e ilusiones negativas poseen diferentes grados de fortaleza. Por lo tanto cada problema mental debe ser tratado de acuerdo a su naturaleza particular, ya sea ello extremadamente sutil e incrustado en nuestra consciencia, o bastante evidente y alcanzable. La aproximación lógica es concentrarse primero en la purificación de las negatividades burdas antes de intentar arrancar de raíz las profundamente sutiles. El punto importante es que eliminar las faltas más obvias es algo que podemos hacer ahora. Es mucho más sabio trabajar en un área donde el éxito es posible que querer alcanzar lo imposible.

Por ejemplo, cuando lavamos un trapo sucio es imposible eliminar inmediatamente las manchas y olores. El lavado inicial tiene cuidado de la primera capa de suciedad pero es solamente después que es lavado y escurrido dos o tres veces que todas las manchas finalmente son eliminadas. Las ilusiones raíz – apego, enfado e ignorancia – son las manchas que polucionan nuestra mente y, de estas, la ignorancia de la realidad es la mas profundamente arraigada y la más difícil de eliminar. Limpiar la mente es un proceso evolutivo y la única manera de asegurar un cambio positivo es trabajar en las ilusiones burdas ahora y abordar las más sutiles después.

A través de vuestra práctica del dharma nunca debéis forzaros a vosotros mismos, sino antes al contrario debéis intentar estar relajados y hacer solo lo que es posible en el momento. Si os forzáis mas allá de vuestras capacidades vuestro sistema nervioso puede sufrir un shock, produciendo de este modo una reacción extremadamente negativa; podéis incluso abandonar totalmente el intento de tratar con vuestras ilusiones.

A pesar de que somos adultos tenemos las mentes de niños. La mente de un niño requiere especialmente ser tratada con ternura; necesitamos gran habilidad y paciencia para tratar con ella. Ella no puede soportar el ser constreñida, o forzada mas allá de sus limites. Aún así muchos buscadores espirituales son tan perfeccionistas que sus egos los impulsan a intentar avanzar demasiado rápido. Ellos son severos e implacables con ellos mismos, y acaban en un estado de tensión. Se tornan frustrados y se enfadan con ellos mismos y con todo el mundo en derredor suyo. Por supuesto que es bueno esforzarse para la perfección, pero debemos ser prácticos. Es mejor ir por grados, paso a paso. De lo contrario es probable que saltéis demasiado rápido y os rompáis una pierna. Para tener éxito en vuestra practica del dharma es mejor estar relajado y tocando de pies en el suelo, ajustando la intensidad de vuestra practica día a día de acuerdo con vuestra situación.

Ser practico incluye el estar abierto a adaptar vuestra practica a las condiciones externas. Por ejemplo, en esta sala de meditación estamos sentados juntos con las piernas cruzadas sobre alfombras orientales, rodeados de hermosas estatuas y pinturas de los Budas; el humo del incienso llena el aire y las velas arden en el altar. Naturalmente es fácil meditar en tal atmósfera positiva.

Sin embargo, si os encontráis en otro entorno, como en un tren o en un avión, esto no os da una excusa para abandonar vuestra practica. Tan solo porque no hay imágenes visibles de los budas sentís que Buda no esta ahí. La totalidad del lugar parece carecer de espiritualidad y os sentís como envueltos en el samsara. O quizás en casa vuestra familia no os permitirá tener un altar, o imágenes de seres iluminados en lugar visible. Y porque sabéis cuanto les molestaría os reprimís de decir vuestras oraciones en alta voz. Entonces recordando nostálgicamente este pacifico lugar de meditación, pensáis, ‘Ahora parece como si estuviera en un mundo diferente. Ninguna fotografía de los maestros espirituales o budas, ninguna vela o incienso, y no puedo cantar mis oraciones. ¿Cómo es posible que practique el dharma?’.

Tales pensamientos de insatisfacción son ejemplos del trabajo de la mente dualista. Habéis conseguido racionalizar la manera de hacer vuestra meditación, no realizando que la belleza del camino gradual a la iluminación es que él explica como meditar en cualquier entorno – ya sea bebiendo, comiendo, hablando, viajando o haciendo cualquier otra cosa. La parafernalia religiosa es útil, por supuesto, pero no absolutamente esencial para la practica. Por cierto, encuentro que el cuarto de baño es un lugar excelente para tener una tranquila e imperturbable meditación alejada del ruido y la confusión. Es un buen lugar para tomar refugio.

En realidad es posible encontrar una enseñanza del dharma en todas las cosas que vemos – televisión, películas, periódicos, el soplo del viento, los movimientos del océano o el cambio de las estaciones. Si observamos al mundo desde el punto de vista del dharma podemos obtener una profunda comprensión de la realidad, incluyendo la impermanencia y la ley de causa y efecto. ‘Todas esas cosas están cambiando, como yo lo hago’. Generalmente andamos en un sueño, inconscientes de los cambios y movimientos en derredor nuestro. O esto, o lo tomamos por sentado. Es fácil rechazar lo que la televisión y las películas están tratándonos de mostrar como meras fantasías. Tales prejuicios tan solo incrementan nuestra ignorancia y cierran la puerta a la sabiduría. Si por otro lado, abrimos nuestro ojo de sabiduría y dejamos al universo revelar su realidad, podemos incrementar nuestro conocimiento y practicar dharma en cualquier momento y en cualquier lugar.

Permitiendo que todas las cosas que vemos nos recuerden que la ley de causa y efecto gobierna todo cambio, que cada transformación tiene una razón definitiva, entenderemos gradualmente el karma. Pararemos de asumir que nuestras experiencias vienen a nosotros precocinadas, como el café instantáneo. La sensibilidad al constante estado de fluir de nuestro sistema nervioso se volverá más agudo al tiempo que observamos como nuestra mente y cuerpo cambian una y otra vez.

Una vez que una profunda comprensión de la causa y efecto surge en nosotros, y vemos que cada acción tiene una definitiva consecuencia, realizaremos cuan importante es ser conscientes de todo lo que hacemos. La consciencia del karma conlleva una consciencia espontánea de nuestro propio comportamiento. Realizando que las acciones positivas conducen inevitablemente a la felicidad y que las acciones negativas llevan al sufrimiento, nos tornamos más discriminatorios y más conscientes de la naturaleza de nuestra propia actividad. Sin embargo, si la ley de causa y efecto no guía nuestra vida, no existe ninguna practica del dharma, y sin tal practica tan solo la ignorancia y el sufrimiento permanecen.

Una sostenida consciencia de nuestras acciones físicas, verbales y mentales desde el momento de despertarnos hasta el momento de dormirnos por la noche es mas profundo y penetrante que una hora de meditación cada mañana. Esto tiene sentido; una hora de meditación no es nada comparado a la practica de un día. Y si consideramos los enormes beneficios que proporciona incluso un día de consciencia del karma, nos podemos proteger de la apatía y depresión que a menudo infectan nuestra práctica.

Una razón para enfatizar el valor de observar nuestro karma es que los occidentales están siempre interesados en la meditación. Ellos aman la meditación, pero no están tan felices cuando se les ofrecen las enseñanzas sobre el karma. Ellos se quejan de que el karma es demasiado pesado. Pero no debemos dar paso a la ansiedad. Nuestro cuerpo, palabra y mente es ya pesado; no necesita de las enseñanzas para volverlo pesado; nosotros somos pesados.

No quiero decir con esto que la meditación no sea importante, sino que si tenemos problemas haciendo incluso una meditación formal, todavía podemos practicar dharma perfectamente bien. Meditación significa entonces estar constantemente vigilantes de nuestras acciones y cultivar una actitud amable y de amor en lugar de una de explotación. Esto es meditación. De hecho, a la vista de nuestro nivel actual de desarrollo espiritual, este tipo de aproximación a nuestra practica puede ser incluso mas preciso y realista que la meditación en profundos temas tántricos.

Si podemos despertar al momento inmediato habremos logrado algo importante. Coged el momento actual. Todos estamos físicamente aquí, en esta habitación, pero nuestras mentes están en algún otro lugar, la mayoría pensando posiblemente en el futuro. ‘Después de este curso de meditación haré...’. Estamos soñando sobre alguna otra cosa mientras el momento presente esta dormido. Incluso mientras os estoy hablando mi mente esta pensando en el Tíbet. Realmente no estoy con vosotros.

Lama Yeshe

Existe un poderoso método del dharma para llevar la mente al presente. Cada mañana, tan pronto como os despertéis, deberéis pensar de este modo: ‘Cuan afortunado soy de estar vivo todavía, y ser un ser humano en lugar de un perro o una gallina. Con este cuerpo y mente humanos tengo el poder de comprender mi mente y practicar el dharma. Esto es algo que los animales no pueden posiblemente hacer. Así que dedico este día al logro de la iluminación. Con el fin de alcanzar este objetivo rápidamente debo evitar las acciones impuras, y emanar una vibración positiva hacia los demás’. El poder de esta dedicación os ayudara a mantener vuestra consciencia y control al más alto nivel a lo largo del día.

Mucha gente pasa su tiempo pensando acerca de lo que harán mañana, en veinticinco años, o por el resto de sus vidas. Esto es una locura. Los acontecimientos que ocurran dentro de veinticinco años no son nada excepto el resultado de un proceso de transformación que va de momento a momento – incluso ahora. El momento presente evoluciona hacia el siguiente; el cual cambia en el siguiente. Hoy cambia hacia el mañana, mañana hacia la semana próxima, el año próximo, etc. Si el proceso de evolución no dependiera de los acontecimientos que tienen lugar en este preciso momento, no ocurriría nada al cabo de veinticinco años [desde ahora].

A pesar de que el futuro depende del presente, es la naturaleza del ego humano la de preocuparse acerca del futuro en lugar de preocuparse del cómo actuar ahora. Cuando meditéis, meditad. Cuando comáis, comed. Cuando cocinéis, cocinad. Intentad reemplazar vuestras fantasías sobre el futuro con la consciencia del momento presente. Tan solo entonces estáis siendo realistas. Es ridículo estar cargado de preocupaciones con lo que va a pasar en el futuro, puesto que vuestras proyecciones acerca de ello son meramente un producto de vuestra propia mente alucinada. Sin embargo y desdichadamente, es un pasatiempo común el hacer planes para el futuro. ‘Debo asegurarme de tener lo suficiente de esto y bastante de aquello para los próximos años’. Quizás muráis antes de que termine esta semana. Preocuparse sobre el futuro es simplemente una perdida de tiempo y de energía.

Hay mucha gente que no cree en la iluminación porque nunca han visto o se han encontrado con un ser iluminado. Yo les preguntaría, ‘¿Podéis ver el mañana?’. Si no, ¿de donde provienen todas esas concepciones concretas que forman la base para todos sus planes futuros?. Ellos se preocupan sobre lo que ocurrirá en un futuro que no pueden ver, aún así no aceptan la iluminación basándose en que no pueden percibirla.

Desde el punto de vista kármico debemos preocuparnos acerca del futuro, pero nuestro interés actual esta asociado erróneamente. La confusión general con relación al futuro surge en el tipo de preguntas hechas a menudo a lamas y sacerdotes: ‘¿Cuándo muera iré al cielo o al infierno?’ ‘¿Piensa que seré feliz el año próximo?’. Con la sabiduría del dharma llevando a la mente la ley de causa y efecto, es fácil predecir lo que traerá el futuro. Una actitud positiva, sana, hoy, augura un bien para mañana. Si el continuo mental esta limpio y claro hoy, entonces ciertamente estará limpio y claro mañana. Así que tenemos la habilidad de predecir el futuro: utilizando nuestra propia sabiduría. Podemos ver que vivir y morir feliz o miserablemente depende del mantenimiento de una actitud positiva o negativa desde ahora en adelante. Tenemos la elección entre morir la miserable muerte de una vaca o experimentar la gozosa muerte de un meditador. Depende de nuestro karma. Si las causa y condiciones – leche, calor, etc. – se juntan por la tarde, el resultado será un tazón lleno de yoghurt a la mañana siguiente.

Es una tontería preguntar a los seres elevados y clarividentes si va a haber un desastre mundial durante los próximos años. Los desastres están ocurriendo todo el tiempo. Comprendiendo el karma podemos ver que así como este sistema solar es producto de la ilusión, es asediado naturalmente por guerras y catástrofes. Por lo tanto es una perdida de energía preocuparse e inquietarse por ello. De lo que deberíamos preocuparnos es de mantenernos nosotros mismos tan pacíficos, positivos y alerta como sea posible. Esto es todo cuanto podemos hacer.

Vayamos ahora al otro aspecto esencial del dharma, aquel del análisis del ego. El ego es la mente que no comprende la naturaleza del yo, del ser. Generalmente nosotros sentimos que el yo existe en algún lugar vagamente dentro del cuerpo, pero nuestra mente superficial ordinaria nunca intenta localizarlo de manera precisa. Para obtener un dibujo correcto de la realidad, es necesario investigar profundamente e intentar encontrar exactamente donde reside este yo. De lo contrario continuaremos siendo engañados por una visión que, a pesar de ser superficial de alguna manera, todavía se apega a una profunda y concreta sensación de ser. Cuando hacemos una concienzuda búsqueda de nuestro ser, buscando a través de la totalidad de nuestro cuerpo y sistema nervioso, nunca podemos encontrarlo. Algunas veces podemos pensar que lo hemos localizado, pero en un más estrecho examen podemos ver que hemos sido engañados.

A pesar de que existe una técnica especifica para intentar localizar el yo, cada uno de nosotros debe aproximarse a su investigación en términos de la manera altamente individual e instintiva en que habitualmente nos referimos a nosotros mismos. Algunos tienen una vaga sensación de que el yo está en su pecho; otros sienten que esta en su cabeza o estomago. Cuando alguien es perturbado y sostiene su cabeza entre sus manos, o se da un cachete en la frente o se agarra a su corazón, esto indica donde siente mas fuertemente su yo en ese momento. Cada uno de estos gestos es un síntoma del ego de la persona, proyectando un sentido particular del ser. Mi síntoma, por ejemplo, es esconderme tras mis ropas de monje. El hecho de que cada uno de nosotros tengamos nuestro propio juego de síntomas muestra que la sensación intuitiva del yo es meramente una interpretación del ego. Si el yo fuera algo substancial, existiría mas acuerdo en lo que respecta a lo que es y donde se encuentra.

El ser imaginado por el ego posee una naturaleza misteriosa, inaccesible. Esto es porque no existe un acuerdo general sobre sus cualidades o localización; cada uno de nosotros tiene su propia sensación sobre ello. Esta es precisamente la razón por la que cada persona debe buscar su yo imaginado, ella misma. Nadie puede hacerlo por ella. Aún incluso con la sabiduría más introspectiva, buscando el yo en cada célula del cuerpo, permanece imposible de localizar. Es como un ladrón que se escabulle de nosotros cuando no miramos y se esconde cuando miramos alrededor. Cuando estamos relajados y no estamos en guardia, él avanza de cuclillas como un demonio, listo para atacar, pero si lo perseguimos desaparece de repente como tragado por la tierra. Esta es exactamente la manera en que nuestra mente nos engaña con artimañas. La alucinación de un concreto y auto-existente yo del ego es como el ladrón. Estamos seguros de que está ahí, pero tan pronto como lo buscamos, desaparece.

¡Nuestra mente continuará estafándonos hasta que finalmente la cojamos con las manos en la masa!. Mientras tanto continuaremos cargando con una poderosa sensación intuitiva del yo, y una vaga noción de que él existe en algún lado, probablemente en el cuerpo. La única manera de detener esta fantasía es observar el objeto de nuestra alucinación, en este caso nuestro propio ser; examinadlo cuidadosamente y ver lo que es realmente. Ya que el yo imaginado es como un ratero, es necesario utilizar un truco especial con el fin de capturarlo. Debemos llevar de alguna manera al objeto en cuestión hacia una visión clara para una estrecha inspección.

Debido a que el yo imaginado surge mas fuertemente en estados altamente emocionales, deberemos tomar ventaja de estas situaciones, observar la sensación obvia del yo que ha surgido e intentar localizarlo e identificarlo. Otra técnica efectiva es evocar deliberadamente, durante la meditación, una crisis emocional con el fin de traer a la superficie esa sensación del yo. Tanto en un caso como en el otro, el meditador debe estar extremadamente alerta si es que va a capturar esa imagen antes que ella desaparezca. A través de esta practica descubrirá a la larga que el ser que él siempre había creído como existente no tiene absolutamente ninguna base. Era, y es, nada mas que una fantasía. Todo nuestro sufrimiento y miedos existen solo debido a nuestra aceptación pasiva del ser proyectado ilusoriamente por el ego. Debido a que ese ser parece existir concretamente, este parece estar profundamente involucrado en experiencias de ganancia y perdida y las sensaciones que le acompañan de euforia y depresión. Esta es, de hecho, la base de todo nuestro sufrimiento.

En algún punto de su contemplación el practicante realiza claramente que toda su miseria brota de una imagen proyectada por su propia mente distorsionada, una imagen que en realidad no posee ninguna base. En este punto él ha alcanzado un estado de mente indestructible, mas allá de todo miedo. Cuando los meditadores Tibetanos alcanzaban este nivel de realización utilizaban una hábil técnica para poner a prueba su nueva experiencia. Ellos se imaginaban a sí mismos involucrados en una situación extremadamente temerosa o emocional y entonces observaban sus reacciones. Si no surgía ninguna gran sensación del yo temiendo el dolor o la perdida, en sus mentes, podían estar seguros de sus logros internos. Este tipo de experimentación es similar a la manera en que las ideas son probadas en los estudios científicos. Aquí, sin embargo, el experimento es interno y muy personal.

De acuerdo con la filosofía del gran maestro Indio, Nagarjuna, el ser que se aparece intuitivamente a nuestras mentes no existe en ningún lugar dentro de la total estructura atómica del cuerpo. Esta visión no debe ser confundida con el nihilismo que asegura que absolutamente nada existe. ¿Qué existe entonces?. La respuesta descansa en la filosofía del camino medio de Nagarjuna, la cual deniega la existencia del ser fantaseado por el ego, mientras que asegura aquella del ser relativo y originado dependientemente. Esto no es simplemente algún concepto filosófico; no estoy interesado aquí en hablar de filosofía. Este es un método práctico para descubrir lo que es real y lo que no. Y si miráis dentro de esto por vosotros mismos veréis como vuestro propio ego imagina la existencia de algo que absolutamente no existe.

Cuando nace un bebe, los padres arbitrariamente dan un nombre a la pequeña burbuja que ha aparecido de repente. Ellos no tienen una razón lógica para escoger ese nombre específico para esa burbuja particular. ‘¿Te gusta el nombre de Cristina?’ ‘Si, me gusta’ ‘Bien, entonces vamos a llamarla Cristina’. No es como si el padre y la madre puedan ver que el ser más interno o consciencia del bebe pertenezca, por su misma propia naturaleza, a una categoría que siempre es llamada ‘Cristina’. O que algo dentro del bebe esta justamente esperando a ser llamado por su nombre real. ‘Cristina’, a la luz de la filosofía de Nagarjuna, es solo una cuestión de una burbuja que aparece y que luego es designada por un nombre. Cristina es la combinación de la palabra y la burbuja.

Pero el ego no esta satisfecho con ser solo una burbuja y un nombre. Por lo tanto confunde el tema imaginando que existe alguna otra cosa. ‘Soy algo mas que solo una burbuja; tengo mi propia existencia aparte de esto’. La naturaleza del ego es la de estar insatisfecho, y mejora y hermosea hábilmente su identidad creando formas y colores desde su propia imaginación. Así como nunca esta satisfecho con cualquier cantidad de riqueza o belleza, tampoco él es feliz con ser meramente un nombre y una burbuja. Él no puede aceptar la simple realidad: la manera en que las cosas existen realmente. Por ejemplo, ahora que estoy en España ya no me gusta mas ser Tibetano. Yo sería en realidad un apuesto Español con un hermoso mostacho. Dondequiera que vaya quiero ser algo diferente. No puedo admitir o aceptar quien o que soy. ¡Es increíble lo poco realista que es el ego!. Su mundo es como plástico: pura imitación.

En referencia al mundo de fantasía del ego, Buda dijo, ‘Todo es ilusión’. Para comprender el verdadero significado de esta sentencia, vamos a ver primero que se entiende por el mundo del ego. Vuestro mundo es todo lo que veis, escucháis, oléis, degustáis, sentís y pensáis; en otras palabras esta hecho de todas vuestras percepciones sensoriales. El ego de cada persona crea su propio mundo personal. Tu no estás viviendo en mi mundo; tu estas viviendo en el mundo ilusorio de tu propio ego. Aún así cuando algunas personas escuchan que todo es ilusión ellos lo mal interpretan como que ello quiere decir que nada importa. ‘¡Fantástico! Puedo robar, beber, tomar drogas y alucinar con el LSD tanto cuanto quiera. ¿A quién le importa?. De cualquier forma es solamente una ilusión’.


Lama Yeshe

Existen varios términos utilizados para referirse a la naturaleza ultima de la realidad. Algunas veces es llamada vacuidad (‘emptiness’), puesto que la verdadera naturaleza de todos los fenómenos esta vacía, como opuesta a la imaginación del ego, que esta llena. ¿Llena de que?. Llena de conceptos, expectativas, ansiedades y proyecciones que nada tienen que ver con la realidad. En estado ultimo, todas las cosas están vacías. La realidad también es llamada vacuidad (‘voidness’), la vacuidad siendo el opuesto del mundo sólido, concreto e imaginado por el ego. Todos los fenómenos, tanto samsáricos como espirituales están vacíos por su propia naturaleza.

Es esencial eliminar la concepción errónea básica del ego sobre la realidad, porque esta es la raíz de todo sufrimiento. La visión del ego esta corrompida y es poco real, y produce una baja opinión de uno mismo y de los demás. Ella infravalora nuestras verdaderas potencialidades y cualidades, creando por ello una sensación de inseguridad y defensa. Además, con este tipo de actitud negativa fácilmente nos vemos envueltos en argumentaciones y peleas unos con otros. El ego es político por naturaleza. Si no hubiera ego, no existiría ninguna razón para reñir.

Las concepciones erróneas del ego sobre la realidad también nos mantiene en esclavitud, ya sea la férrea esclavitud de la existencia o la dorada esclavitud de una manera espiritual de vida. La esclavitud férrea es nuestro continuo sufrimiento mental y físico en el ciclo de la existencia insatisfactoria conocida como samsara, mientras que la esclavitud dorada es la de estar esclavizado a concepciones erróneas y falsas filosofías.

Muchas filosofías poseen una buena apariencia, una atractiva fachada dorada. Sin embargo, no importa cuan respetables puedan parecer, estas visiones incorrectas todavía nos atan a la ignorancia y al sufrimiento. El mas alto objetivo es estar libre de toda esclavitud. Pero no quiero decir con ello estar libre en un sentido revolucionario. ¡Quizás penséis que este lama esta intentando empezar otra revolución Española!. No, yo solo estoy intentando provocar una revolución en vuestras mentes.
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